CLOWN O PAYASO: ESO ME DIÓ EXPERIENCIA

Clown Antena 3

Foto de CLOWN hecha en el estudio 5 de Antena 3

Ya en los 80, comencé a ayudar a mi padre en todos sus trabajos de coreografía. Seguía yendo con él a absorber  sus lecciones en el teatro, en el Music Hall… Hasta me llevaba de gira con las compañías que él iba. Recuerdo la de Colsada viajando por toda España. Allí hice amigos que hasta ahora tengo presentes. Pensiones en Barcelona, El hotel Ercilla en Bilbao… Ensayos, pruebas de vestuario, cambios en los guiones, adaptaciones. Cada lugar era diferente. Y yo lo vivía como una aventura pero me sentía segura, protegida y a veces, por qué no decirlo: ¡Demasiado vigilada!

Pero estando en los camerinos del teatro Alcalá de Madrid, hacia el año 86/87, Paloma Dominguez, que era bailarina en la revista que se estaba representando, me habló de la oportunidad de comenzar a trabajar con su entonces marido Oscar Pretzel. Tenía una empresa de animación de cumpleaños y comuniones llamada PAKUS donde se trabajaba de payaso o clown.  Creo que da igual el nombre. Quizá el payaso sea el que trabaja en el circo y el clown el que desarrolla un trabajo más metódico. Yo amaba ambos trabajos. De hecho después conocí a Los Rivelinos en el Circo De Ángel Cristo y eran unos artistas geniales. De repente y no sé cómo, me vi estudiando un guion de comedia muy bien escrito con las claves del humor del clown muy trabajadas. Claro, eso yo no era capaz de valorarlo en aquella época, pero aún conservo esos guiones escritos por Oscar Pretzel y veo la calidad del trabajo que hacíamos. Calidad que llevábamos a las casa de los niños con poder adquisitivo y a los restaurantes de lujo  ¡Menudas propinas nos daban!

Comencé a practicar malabares en la Asociación de Malabaristas. Magia y sobre todo el trabajo del clown que iba interiorizando día tras día, fiesta tras fiesta. Yo era feliz. Trabajábamos en parejas y había temporadas en las que no nos daba tiempo ni a cambiarnos para llegar al siguiente evento. Claro, íbamos en coche pintados y vestidos de payaso o clown y la gente de otros vehículos que se paraba a nuestro lado nos saludaba sonriendo.¡¡A mí hasta se me olvidaba mi atuendo!! Y me preguntaba: ¿De qué se ríe éste que va en el coche de al lado?

¡! Cuánto aprendí!!  El maestro Oscar me enseñó a cuidar el material, a ser puntual, a esperar los tiempos reglamentarios para sacar jugo de un gag, de una magia, de cualquier niño e incluso de una situación inesperada que como podréis imaginar eran constantes.  Creo que la escuela del clown y del animador es una muy buena escuela para un actor y yo tuve la suerte de poder contar con ello.

Fue una etapa preciosa. Ganaba mi dinerito y allí hice amigos. Grandes amigos y compañeros pero he de mencionar especialmente a Marta Molina, también actriz, madrina de mi hija que es con la que tengo éste recuerdo que dejo como muestra de una fiesta en una casa mezclado con una fiesta en un restaurante junto a Sixto Cid  ¿Trabajo bonito y duro verdad?